
Esta situación me ha permitido observar quien compone la clientela habitual de muchos consultorios y servicios.
Esta mañana después de visitar la consulta de Hematología, tuve que bajar al Patio Naranja para que me realizaran una extracción de sangre para una analítica.
Mientras esperaba mi turno observé lo que me rodeaba.
En el Patio Naranja se asienta varios servicios; extracciones, control de Sintróm, cardiología, obstetricia, etc., cada uno de ellos acumula un gran número de pacientes, especialmente en extracciones y control de Sintróm, podría decir que más de cien personas nos encontrábamos en ese momento allí esperando turno.
Di unos paseos alrededor del patio para estirar las piernas y luego tomé asiento en uno que había quedado libre y me dispuse a esperar.

Como la espera se hacía larga me levanté para dar otro paseo por el patio y a la vuelta caí en que no había visto otro pañuelo en mi paseo, recordé la sala de espera de Hematología donde tampoco había visto un pañuelo y recordé otras visitas anteriores a otros servicios donde sólo en algunas ocasiones había visto a mujeres con el pañuelo puesto de esa peculiar manera que todos podemos identificar como perteneciente a una mujer que podríamos calificar como inmigrante casi con toda seguridad.
A mi lado, sobre el asiento libre junto al mío, un periódico abandonado mencionaba en la primera página algo sobre la próxima eliminación de la tarjeta sanitaria a los llamados inmigrantes ilegales, justificada en parte por el déficit que la atención a estas personas crea en nuestra Sanidad.

Si estuviera aquí mi amigo “A” diría que es la prueba de la lenta invasión de Europa por lo árabes, en cambio mi otro amigo “B” diría que es la representante de la explosión de la inmigración ilegal que sufrimos, que colapsan los servicios de atención sanitaria en consultorios y hospitales.
Y me pregunto: ¿dónde están esos inmigrantes que colapsan nuestros servicios, si yo solamente veo caras de nacionales y algún que otro guiri?

Si la juventud es sinónimo de buena salud podemos inferir que esta gente hace poco uso del sistema sanitario español, o al menos no tanto como para que justifique medidas como las adoptadas y ni mucho menos para esas campañas orquestadas en radio, prensa y TV dirigidas a culpar a los inmigrantes de todos los males que la mala gestión y el mal hacer de nuestros gobernantes y nuestros administradores están causando.

Es fácil buscar un chivo expiatorio y en este momento hemos encontrado uno perfecto el inmigrante.
En ese momento la mujer del pañuelo se levantó ágilmente y se dirigió a la sala de extracciones, pensé ─pobre chica, no sabe que es la culpable de casi todo lo que pasa en mi país─, y continué sentado esperando que llegara mi turno.
Andrés Tello “Perchelero”
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