Hoy en día las personas se preparan cada vez más y mejor, muchos jóvenes obtienen grados académicos como bachilleratos, licenciaturas y doctorados, y aquello que hace años era una odisea, hoy se encuentra al alcance de muchos.

La credibilidad, la seguridad en nosotros mismos, nuestras destrezas profesionales y personales, nuestros conocimientos, nuestros hábitos positivos, nuestras relaciones de amistad y amor con las personas y la familia se ven comprometidas a veces por comportamientos neuróticos, alcohólicos, consumo de drogas, prejuicios, pensamientos negativos y obsesivos, que, aunque son parte de la Ley de la vida, nosotros tenemos la capacidad de impedir que ocurran.

El líder crea un escenario seguro y fundamental, permite sentirse libre de hablar de temas sin temor al juicio o la crítica. Esto no significa que el líder tiene que estar de acuerdo con todo el mundo o viceversa, empero, si quiere sacar el máximo provecho de las personas y su entorno, es necesario que cree un ambiente de “buen rollo” donde se sientan valorados y aceptados, por sus habilidades, conocimientos y aptitudes, los que lo rodean.
Hay que predicar con el ejemplo. Si desea reconocimiento, debe dar reconocimiento. Si desea honestidad de los demás, debe ser honesto con ellos. Si quiere que le escuchen, debe saber escuchar. Y así la lista podría seguir, pero debemos ser concisos en ésta ocasión. “No se debe poner a diferente altura, ya lo pondrán los demás”. En definitiva, debe dar ejemplo para ganarse el respeto, porque:
· Es humano y no una máquina, y se equivoca.
· Debe ser buen oyente y humilde.
· La gente humilde agradece los comentarios.
· La humildad no es juzgada por la postura y el comportamiento sino por la mente.
El liderazgo es una experiencia de expansión personal y debe empezar por tener la capacidad de dirigirse a uno mismo. Cosechamos lo que sembramos y recibimos frutos o espinas por las decisiones que tomamos. No podemos impedir que el futuro nos depare dificultades, pero si cómo reaccionar ante ellas.
Viktor Frankl, (+1997), neurólogo y psiquiatra, (http://es.wikipedia.org/wiki/Viktor_Frank) descubrió que a un hombre le pueden quitar todas sus libertades, excepto una: la libertad de escoger la actitud que toma ante una determinada circunstancia.
Hay que saber perdonar y entender, pues son las oportunidades que da la vida para ser mejores personas. Los líderes están tan concentrados en alcanzar sus metas o superar obstáculos, que olvidan cohesionarse con las personas que los rodean. El rol de un líder no solo debe ser resolver problemas, sino enviar un mensaje de respeto y consideración por los demás, evitando la imagen de individualismo, frialdad y ego, el cual genera emociones como la ira, el odio, la envidia, la angustia y la codicia.

Un día se me ocurrió poner en practica algo que, después, me daría buenos resultados, así que pensé que todo me iba a salir bien, que a pesar de los problemas sería el día más feliz después de mucho tiempo, y que nada me haría enojar; me dirigí a mi trabajo decidido, el solo hecho de tener esa actitud me hizo actuar mejor, lo cual se complementó cuando al regresar a casa los problemas se olvidaron y habían quedado en la otra orilla.
El estado de ánimo, la energía y el entusiasmo con que nos desenvolvamos hará enfrentarnos mejor a las dificultades; entendamos que hay una razón y un sentido para todo lo que hacemos y, en la medida que le demos el significado que merece, nos sentiremos satisfechos y felices con nosotros mismos.
Juan Fernández Pacheco – Septiembre 2.012
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