Hay un balcón colgado sobre el parque frente al mar y a los pies de la Alcazaba. Una mañana de una temprana primavera cuando los primeros rayos del sol invadieron mi cama, Málaga me daba la bienvenida con el color de su amanecer, los pregones de los cenacheros y el duende de Puerta Oscura. Me separaban del mar unas palmeras que habían llegado poco antes que yo.
De mi nacimiento fueron testigos la Aduana, la Catedral y la Acera de la Marina. A la izquierda la Plaza de toros, la Malagueta y caminando por la orilla , los Baños del Carmen y el Palo.
No hay más bonito rincón para escoger
Supongo que me asomarían al balcón para que viera mi Málaga y Málaga me viera a mi .Debajo había una escalerilla y un resbalón de piedra por donde años más tarde con toda la chiquillería de mi tiempo “chorrabamos”, subíamos y vuelta a bajar. A la izquierda una fuentecilla con un precioso frontal de bouganvilias nos aplacaba la sed y su agua nos lavaba las manos antes de subir.
Así comenzaron los días hasta que una noche por el mismo mar que me habían traído me llevaron lejos. Esta casa aunque era muy bonita, no era mi casa y la tierra donde no pude nacer si era mi tierra.
El sol que me despidió me recibió como si nada hubiera pasado, aunque hubieran cambiado tantas cosas. Días más tarde llegué al lugar que acogería mis primeros pasos y juegos. Tenía el mismo sol y la misma mar pero sin Puerta Oscura, sin la subida al castillo ni el Banco, Correos o el
Ayuntamiento. Los árboles del plátano no estaban, no habían palmeras, ni fuentes, ni pregones, ni tranvías. Si había mar y sol , amanecer y esos crepúsculos de una primavera que ya había empezado con fuerza de verano.
Tardé en volver a Málaga. No se cuantos años , creo que cuatro, seguro que por la distancia o que los tiempos ya estaban revueltos. Luego vino una guerra, guerra que dividió a la España machadiana y yo en medio, el españolito que acababa de nacer.
No eran tiempo para viajes. Donde yo ya vivía no había ruido de sables pero llegaban noticias de desbandadas, familias divididas, tierras sin trabajo, hogares sin pan y sin manos para trabajar y lo que es peor, la cara de los niños decían que pasaba algo.
Yo era el primer nieto en la España peninsular y la verdad es que tanto mis tíos como mis primos todas las veces que vine a Málaga procuraron hacerme malagueño de verdad. Tan bien lo hicieron que mis escapadas eran para esta tierra. Cuando tuve un espacio para escoger donde estudiar, lo hice en mi tierra y cuando el tiempo me dio libertad para escoger escogí Málaga. Esta vez la escogí yo a ella, a lo mejor en agradecimiento a aquella mañana temprana de primavera donde si pude nacer.
Francisco Oses
Marzo/2.011
¡Éste es mi Paco¡
ResponderEliminarY ¡VIVA MÁLAGA¡.
Saludos
Tomás
Muy romantico y bonito, toda una realidad.
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