

Quiso Tiziano que fuese en tus brazos donde descansara toda la simbología del lienzo. El derecho atenaza entre sus dedos una rama de mirto, de cuyo significado erótico haces símbolo de amor y belleza, porque sabes bien que de este arrayan, traído desde la isla Sarda, se destila un delicado licor amatorio y de sus hojas se obtiene el perfume más sensual que pueda olerse. De tu rango no cabe duda, el brazalete lo descubre. Pero es en tu brazo izquierdo donde descansa un complicado simbolismo a través de tu mano, que no reposa en tu sexo, lo acaricia, convirtiendo la escena en un soporte privilegiado de erotismo. Y es ahí, en el territorio que representa lo más verdadero de la mujer, donde tus dedos finos y delicados provocan en al espectador sueños lascivos.
Tus senos, aun vírgenes de amantes y de hijos que no amamantaron, resaltan por su blancura asombrosa y su exquisito modelado dispuestos a ofrecer amor hasta lo infinito.
Y por fin el perro, símbolo de la fidelidad, la amistad y la protección, aparece dormido para dar a entender que su dueña no cumplirá con esos mandamientos.
Nono Villalta, enero 2013 (*)
Narración presentada en el aula de Creación
Literaria sobre La Venus de Urbino de Tiziano.
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