En esta marejada política a la que estamos asistiendo, con informaciones periodísticas que de ser ciertas le ponen al sufrido ciudadano los “pelos como escarpias”, se ha dado a conocer el último sondeo del C.I.S.

“¡Incompetentes!“.“Todos son unos chorizos”. “Los mismos perros con distintos collares”. ¡Aquí no se salva nadie”. ¡Asco de país!” Hay expresiones mucho más duras que no veo necesario repetir.
Los sectarios –que existen y no pocos- señalan con el dedo los distintos puntos cardinales donde se han producido los casos más clamorosos de corrupción, siempre en sentido contrario a la suya. Y hay quienes organizan reuniones contra la podredumbre y el olor que ellos mismos despiden es de una fetidez insoportable. El cuadro es muy variado y bastante tenebrista. Y el doloroso resumen de esta situación se concreta en una frase que escucho ahora con frecuencia y que a mí, particularmente, me asusta. “Todos son iguales”. Y si esto fuera cierto, ¿qué hacemos? ¿los suprimimos? ¿organizamos un concurso en televisión para elegir al “caudillo” más apañado que nos represente en Bruselas al grito de “Santiago y cierra España”?
Yo quiero creer que no todos los políticos son iguales. Y que los hay valiosos y, además, honrados. Lo que falla es el sistema de elección que emplean los partidos. No se tienen en cuenta a los mejores, sino a los que mejor se pliegan a la dictadura del aparato. Alfonso Guerra, sobre esta cuestión, hizo todo un tratado en una sola frase: “El que se mueva, no sale en la foto”.
Como ejemplo de esta creencia mía, quiero comentar una noticia que apenas ha tenido relieve en la prensa nacional. La concesión del premio al mejor Alcalde del mundo a Iñaki Azkuna, primer edil del Ayuntamiento de Bilbao.


No quiero extenderme más. El señor Azkuna, en las últimas elecciones municipales fue reelegido por cuarta vez. ¿Se entiende, verdad?
Mayte Tudea
Febrero2013
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