
Sin embargo algo tan cierto y presente, como citó en su día Rabindranath Tagore “La vida merece ser vivida con todo entusiasmo y alegría”, la dejamos transcurrir sin detenernos un instante en apreciarla como el regalo más rico que poseemos.
Mucho nos azoraremos en la vida, pero nunca habrá un día perdido. Cada instante“tiene su peso en oro”, porque solo se vive una vez; deberíamos atesorar todas las oportunidades que nos brinda el día y aprovechar el instante en que nos comunicamos, la sinceridad y espontaneidad con que nos expresamos, participar del aquí y ahora y actuar con total valentía, gratitud y nobleza.
La vida es “presente” y habría que llenarla de satisfacciones y no de arrepentimientos. ¿Cuántas veces decimos graciasen un día? O por el contrario,¿cuántas veces oímos estas mismas palabras?. Va todo tan deprisa que nosotros somos lo primero y nos creemos ser el “ombligo del mundo”. No sería mala idea regalar cada día un gesto de bondad y una buena acción; hay que sonreír y expresar que estamos contentos, seguro que en el fondo eso nos haría más felices y derramaríamos felicidad a los demás.

No tendría sentido vivir sin aspiraciones, ¡cierto!, por tanto el deseo de prosperar y vivir con alegría son propuestas que engrandecen y dignifican al ser humano. A veces tendremos que fingir, poner cara de felicidad y seguir adelante. Aquí vale aquello de “al mal tiempo buena cara”.
Cada uno escoge cómo debe ser la vida para sí y entiende el modo y manera de disfrutarlo. El tiempo y la decisión deben ir de la mano para llenar los minutos del día. Hay que desterrar la sensación de vacío, de negación y frustración y repetirnos… ¡arriba ese ánimo!
Solemos tener todo lo que necesitamos para sentirnos bien y, en lugar de disfrutarlo, negamos la posibilidad de reconocerlo porque estamos con la cara metida en un pozo de insatisfacciones.
Es frecuente oír a las personas lamentarse por todo aquello que no han conseguido, se quejan porque las cosas no van como desean, ¡pequeñeces cotidianas!, ¡claro!, pero parece que estas necesidades son más urgentes que las de otras personas que no alcanzan, ni dignamente, a lo más mínimo para subsistir.Casi siempre tenemos más de lo que en realidad podemos usar y disfrutar.

También el genial actor y director Woody Allen tiene una reflexión muy interesante, que dice: “¿Por qué no dejo de destrozar mi vida buscando respuestas que jamás voy a encontrar y no me dedico a disfrutarla mientras dure?.
Y si, nos inclinamos a complicar demasiado la felicidad del día a día y corremos el riesgo de perderla en el camino. “La vida se desperdicia poco a poco”. Comprender que las cosas simples de la vida son las más valiosas es algo que está al alcance de todos,lograrlo es sólo cuestión de actitud y voluntad.
Juan Fernández Pacheco – Diciembre 2.013
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