Cuando paramos a desayunar en el restaurante La Dehesa, hacía frío. Nos
entonamos con el buen desayuno que allí suelen poner y seguimos la ruta cruzando la vega verde de Antequera hacia nuestro destino.
Entramos en Priego y nos bajamos del autocar en la Plaza de la Constitución, donde nos esperaba la guía. Tras presentarse nos dijo que en la ciudad tienen gran relevancia la cal, el barroco y el agua. Nos comentó que en Priego en el siglo XVIII hubo una floreciente industria de la seda donde se elaboraba tafetán y terciopelo y una importante escuela de artistas fundada por Francisco Hurtado. También nos habló de los pasos de la Semana Santa que en la ciudad gozan gran tradición.
La Plaza de la Constitución está en el centro. Es casi cuadrada y se adorna con frondosos abetos en las esquinas, cipreses podados en espiral y una fuente en medio. También se ubica en ella el Ayuntamiento, un edificio blanco de dos plantas, una torre con un reloj y, en la fachada, además de los balcones tiene tres arcos de dobles columnas en cada planta.
dentro nos deslumbró la blancura de su interior y la filigrana de yeso de inspiración rococó que cubre por entero las paredes y la bóveda gallonada. Pasamos a la Capilla del Sagrario, obra maestra del barroco andaluz, construida en el siglo XVIII y declarada Monumento Nacional. Es de planta octogonal y está decorada también con profusión de yesería de bella filigrana. En el centro tiene un tabernáculo de mármol oscuro con los cuatro evangelistas que contrasta con el blanco de la capilla.
Luego visitamos la iglesia de San Francisco que perteneció al convento del mismo nombre. Mandada a construir en el siglo XVI en estilo gótico por el primer Marqués de Priego, Fernando Fernández de Córdoba, en el XVIII fue reformada al gusto barroco. Tiene tres capillas, y la de Jesús Nazareno, con su imagen tallada por Pablo de Rojas, está considerada una joya del barroco andaluz por su arquitectura y su decoración en yesería dorada.
matadero y mercado, hoy dedicado a exposiciones. Es un edificio del siglo XVI construido en piedra con un frontón triangular a la entrada, una planta cuadrada, un patio central con unas escaleras de caracol que van al sótano y galerías de arcos de medio punto sobre columnas. Después fuimos al Museo Municipal, donde vimos armas primitivas del Paleolítico y del Neolítico y herramientas y cerámicas de diversos periodos históricos.
Vizcántar, situado en las afueras. Allí nos obsequiaron con un vasito de vino y productos derivados de la aceituna, hicimos algunas compras y regresamos a la ciudad para comer en el restaurante Pensión Rafi. El almuerzo fue bueno y abundante y al acabar nos dispusimos a visitar el Castillo de Priego.
Cerca del castillo está el Barrio de la Villa de origen andalusí. Sus calles laberínticas, estrechas y empedradas, sus casas blancas adornadas con macetas de geranios y gitanillas multicolores en balcones y fachadas, son una delicia para los sentidos. Este barrio lo limita el Balcón del Adarve, un balcón natural que sirvió de defensa a la ciudad. Tiene cincuenta y cinco metros de altura y está protegido por una baranda de hierro. Desde este mirador se disfruta de unas estupendas vistas y en su largo recorrido tiene tres plazas ajardinadas con esculturas y fuentes.
Acabada esta visita cogimos el autocar rumbo a Málaga. En una buena parte del camino nos acompañó la lluvia. Al llegar a la ciudad pensamos, que a pesar del tiempo desapacible, visitar Priego merece la pena. Esperemos que otra vez cuando salgamos de excursión nos acompañe el buen tiempo.
Amalia Díaz
21 de mayo de2013
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Muy buena descripción, Amalia. Y lo digo porque es el pueblo de Aurora, donde estuve trabajando durante tres años, donde he hollado la Villa y me extasio, sentado, en el barroco del Sagrario, donde he tomado muchos caracoles, donde venden un turrolate exquisito, donde la calle Río es una muestra de la burguesía de otros tiempos, etc... !Mi enhorabuena!.
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